Relaciones tóxicas II

Tal y como os indicamos, seguimos con las relaciones tóxicas y poco sanas, ya que es un tema muy extenso, muy complejo y transversal en nuestras vidas.
En muchas ocasiones, solo asociamos este tipo de relaciones a un solo contexto, el de las malas relaciones de pareja. Sin embargo, relaciones tóxicas o relaciones insanas, se producen donde hay personas que tienen intención y necesidad de relacionarse. Lo insalubre de la relación surgirá del cómo se organiza la misma. Afortunadamente, vamos evolucionando y ya los trapos sucios no sólo se lavan en casa, la violencia en las relaciones, sean del tipo que sean, se está visibilizando, con aciertos y errores, es cierto, pero empezamos a tener una consciencia mayor de que hay que hacer algo con ello, no sólo aguantar, y está saltando del ámbito privado al dominio público. Le ponemos nombre, algo tremendamente importante porque lo que no tiene nombre o no existe o nos cuesta identificarlo para poder abordarlo, trabajarlo y cambiarlo.

Vamos a poner un ejemplo. Para abrir una puerta que me lleva a cubrir mi necesidad de protección y cobijo, puedo hacerlo de muchas maneras;
– Puedo irme y ya está, me fastidio, no tengo llave, no entro, no cubro mi necesidad, ni me enfrento a la dificultad, la evito.
– O bien, voy a buscar una puerta que pueda abrir y evito eficazmente el obstinarme y desgastarme con una puerta que no voy a conseguir abrir: “me lo dijeron mil veces… pero nunca quise poner atención…”, vamos como aquella copla (sé que esto es sencillo para algunas personas, pero para otras en principio, es imposible, no obstante, es una opción)
– Puedo abrir con la llave, lo más eficaz sin malograr la construcción y respetando las relaciones con los vecinos. (Herramienta que se acerca a la solución ideal)
– Puedo llamar a alguien que tenga la llave y me abra, otra solución adecuada. Pido ayuda a la persona adecuada y consigo el resultado que esperaba con una molestia mínima para el resto de relaciones.
– Puedo esperar a que llegue alguien que me abra… Y, me puedo quedar como Sara Montiel en aquel famoso cuplé: “Fumando espero… Y mientras fumo, mi vida yo consumo…” Con lo cual, es muy posible que o aparece un “salvador/a” o me quedaré sin poder entrar porque no he asumido que parte de cubrir mi necesidad tiene que ver con hacerme cargo de ella.
– Puedo empezar a pegar voces para que alguien, que yo puedo pensar que está dentro me abra… Vamos empezando a ser “más molestos” para nuestro contexto, en este caso los vecinos y, quizás menos eficaces, porque puede ser que consiga o no, mi objetivo en función de si hay alguien que esté dispuesto a abrir.
– Podría también golpear y tirar la puerta abajo, de manera que conseguiré abrir, pero ante mis pocas “herramientas” o falta de habilidades eficaces para conseguir cubrir mis necesidades, muy posiblemente, malogre el contexto y a las relaciones que tengo.

Es solo un ejemplo, quizás un poco extenso, pero creo que cuando aterrizamos las ideas, nos es más fácil entender los conceptos. Con este ejemplo concreto, solo pretendo enumerar varias posibles alternativas para abordar una situación concreta: cubrir nuestras necesidades es bueno, lo que lo enrarece, es el cómo… Ante una necesidad no cubierta, protección y cobijo, en función de nuestros recursos y nuestra flexibilidad evaluando distintas posibilidades, seremos más o menos violentos a la hora de intentar alcanzar nuestro objetivo. Eso, aunque no paguemos la cuenta inmediatamente, no es gratis… en ocasiones viene tarde y con recargo. A menos habilidades, más violencia.

pareja caucasica tiene discusion 1

Las relaciones abusivas, como decíamos, podemos clasificarlas de muchas y diferentes maneras distintas, en este caso, opta por clasificar los entornos donde se producen, algo que generará características concretas, distintas manifestaciones, y por supuesto, distintas consecuencias. Diferentes variantes de un mismo proceso, que tiene que ver con manifestaciones del ejercicio de poder (uso abusivo), y la escasez de herramientas o habilidades que tiene quien la ejerce, lo cual, lo dificulta cubrir sus necesidades sin malograr la/s relación/es del entorno.

Encontraremos violencia en las relaciones:

Con uno mism@: La construcción que hacemos de nuestro yo, la narrativa que generamos acerca de nosotros mismos, tiene mucho que ver con lo que las personas significativas de nuestros entornos nos han ido diciendo acerca de cómo somos o de quienes somos.
El entorno familiar: el exponente máximo, el maltrato físico y toda la variante de abusos de los que el ser humano es capaz de ejercer y padecer
En las relaciones afectivas: ya sean en las parejas o con amistades
En las organizaciones: centros educativos (bullying), empresas (mobbing, acoso sexual)
En las instituciones, se trata de violencia institucional. Las instituciones son organizaciones a mayor escala, que en cierta medida, ya sea por las normas de conducta que rigen dentro o las leyes que las avalan, no regulan o consienten hacen que las relaciones entre algunos de sus subgrupos sean desequilibradas o estén “envenenadas”.
Violencia Cultural: Hay culturas más violentas que otras, y culturas que permiten que se perpetúe ese desequilibrio entre diferentes colectivos dentro de la misma, generalmente los colectivos “diferentes” a los que, con suerte, solo se devalúa

madre e hija adolescente argumentacion 1

¿Nos puede pasar a tod@s?

Pues como en casi todo, en principio sí, pero, depende. No es lo mismo plantar trigo en el desierto que en un campo bien abonado. Va a haber factores que nos van a predisponer más a padecerlo y otros que serán factores protectores y nos ayudarán a evitar el daño.

Desde la experiencia clínica, después de escuchar muchas historias, creo que la mayor piedra en la mochila, el primer lastre, es que se haya ejercido violencia y/o mal-trato, en contraposición al buen-trato, más tosco o más sutil, en nuestras relaciones de apego con las primeras figuras vinculares, es decir el sistema familiar, y desde luego, cómo era el contexto o el escenario que estas generan. Esas primeras experiencias van a generar diferentes respuestas de adaptación a ese contexto concreto: sometimiento, huida, o lucha, lo cual va a condicionar más de lo que pensamos nuestras respuestas futuras. La mente tiende a replicar: lo que fue válido una vez, lo replicamos, aunque en esta otra situación la alternativa eficaz sea otra.

No terminamos de ser conscientes de las consecuencias y las huellas que dejan unas relaciones que ejercen o consienten violencia en los menores… Los niños se enteran, claro que se enteran… otra cosa es que puedan hablar de ello. Se juegan mucho, se juegan la pérdida de esas figuras vinculares de las que dependen, y por ello, en muchas ocasiones guardan silencio… pero, además de lo que pasa tras la puerta de cada casa, también hay contextos que no facilitan que se pueda hablar y se puedan abordar los problemas, y por tanto, agravan la situación. Ojo, no estoy haciendo un juicio de valor, aunque lo parezca o así suene, creo que muchas veces, no preguntamos o no escuchamos porque es nuestra manera de protegernos, no porque seamos malos, no, no lo veo así. Igual que la familia que se mueve en la violencia, salvo casos contados, no creo que sean gente malvada…son torpes, y en muchas ocasiones, han sido víctimas que luego replican. No tienen otra manera de actuar, igual que mucha gente no saben qué hacer con la información que les dan… ya provenga de los menores, o cualquier tipo de víctima de la violencia (mujeres y hombres, que también hay hombres que sufren violencia). Y es cierto, no es fácil de sostener, ni de abordar, lo que nos cuentan las víctimas, pero negar, también nos convierte en cómplices, en mayor o menor medida, y de eso, también tenemos que ser conscientes.

El primer paso para poder cambiar situaciones es nombrarlas: Tenemos un problema, en este caso con el abuso que hacemos del poder y de la violencia como herramienta a la hora de conseguir nuestros objetivos, tenemos un problema en cómo la regulamos y en las herramientas que tenemos para tolerar la frustración, aceptar determinadas situaciones, ya sean sobrevenidas o porque una situación externa, conecta en muchas ocasiones sobre creencias negativas y disfuncionales sobre nosotros mismos, que proyectamos al exterior haciéndonos eso reaccionar para intentar defendernos de nuestros propios demonios, y de este modo optamos por soluciones poco eficaces. Lo que, si tenemos que tener claro es que, si hacemos lo mismo, obtenemos lo mismo. Por tanto, si no sabes como hacer las cosas de manera distinta, pide ayuda en el lugar adecuado.

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