Una de las afecciones de “Cambio” según la RAE es transformación, modificación, metamorfosis …, y es a este significado al que nos referimos en esta entrada.
Cambio y acudir a terapia tienen muchos puntos en común. En principio, a eso acude casi todo el mundo. Acudimos a terapia, con una demanda “casi-concreta”, acaban saliendo más cosillas que “tenemos que mirar” para poder cambiar sin volver a caer en la misma dinámica subyacente, y con eso, nos vamos poniendo manos a la obra en un plazo determinado, que dependerá de cómo viene de cargada la mochila, de factores individuales del paciente y del terapeuta, y de la dinámica que se establezca entre ambos.
Todos los cambios, a pesar de que el objetivo último, (vamos la GRAN META que persigamos en terapia, por lo que acudimos), sea muy distinto al de otra persona, tienen un proceso parecido. Es decir que vamos a recorrer un camino muy similar en diferentes ambientes y escenarios. Estamos hablando de lo que ya se ha convertido en un modelo que nos ayuda a entender el proceso que está ocurriendo independientemente del marco teórico o escuela del terapeuta, aplicable a todo proceso de cambio.
Prochaska y Di Clemente, en 1984, formulan El modelo transteórico del cambio. Surge en el ámbito de las adicciones, y posteriormente, se ha demostrado aplicable a cualquier proceso de cambio.
¿Qué formularon estos dos psicólogos?
Hablan de las diferentes fases o etapas por las que va a ir atravesando cualquier persona que quiera “cambiar” algo. También indican que es recomendable hacer para que ese cambio se produzca, porque, no nos engañemos, cambiar cuesta, no es sencillo, sino, todos podríamos hacerlo siempre que quisiéramos, y, se honesto/a, cuantas veces lo has intentado y o te has dejado llevar por otras “ocupaciones”, te has contado mil historias que justifican porque en ese momento… no tienes tiempo, con lo que al final, el anhelado cambio, no se produjo. Así, que o esperamos a que se alineen los planetas, con resultado, permíteme, un tanto dudoso, o empezamos a hacernos cargo de que a pesar de todas las dificultades que nos vamos a ir encontrando, vamos a ir construyendo el camino de baldosas amarillas que nos lleve a por fin ver al Mago de Oz.
Éste camino, podemos hablar que tiene forma de rueda, vamos a llamarlo, la rueda del cambio, y en esta rueda, vamos a encontrar unos hablan de fases 5 fijas y otros de 6 fases: 1. Precontemplazación, 2. Contemplación, 3. Preparación, 4. Acción, 5. Mantenimiento y 6. Recaída. Yo, personalmente, me inclino por las 6 fases, me parece mucho más realista.
¿En qué consisten estas fases? ¿Cómo se diferencian?
1. Precontemplación: En esta fase no hay cambio, nada, cero. Es cuando estamos enfangados en pleno problema, dificultad o manifestando el comportamiento que queramos modificar o cambiar.
2. Contemplación: Aquí ya si que tenemos conciencia del problema, es más, digamos que en este estadio hemos llegado a un hasta aquí, en principio hasta un basta. ¿Vamos a pasar a la siguiente fase ya? Pues a veces si, pero en otras muchas, es como la oca, volvemos a la casilla de salida. Por lo que hasta que empezamos a hacernos cargo de nuestra dificultad, vamos a estar una “temporadita” como la bola en el pinball, entallados entre dos postes que nos van a ir dando puntos para pasar a otra fase, más sanadora o más autodestructiva…
3. Preparación: Por fin los contras han ganado a los pros de mantener el comportamiento o la creencia problemática y nos ponemos en marcha. Si, con mucho miedo, y casi como si de un salto de fe se tratara… Idealmente, si estamos en esta fase, es cuando llegamos a terapia y el proceso, con dificultades, muy posiblemente tenga un final más que muy aceptable. Es una fase de máxima vulnerabilidad pero a la vez tremendamente potencial.
4. Acción: la maquinaria empieza a funcionar y comienza a producirse “la magia”. En un tiempo prudencial, y después de ir superando obstáculos, pequeños, medianos y grandes, se empiezan a ver y percibir cambios. Es genial esta fase.
5. Mantenimiento: Ya vamos por el camino de las baldosas amarillas con cierta soltura, ¡qué bien!, sin embargo, no será un camino lineal, y tan fácil como yo esperaba…ya que la conflictividad en el entorno ha ido bajando y ahora, por loco que parezca, a veces empiezan a poner piedras en el camino, diciendo que te estas volviendo rar@, que tú no eras así… Y es cierto en algunos aspectos, efectivamente, no eres el/la de antes, y además si todo va bien, no lo vas a volver a ser. El cambio de algo concreto, va a llevar de la mano otros cambios asociados y no a todos les vendrá bien. ¿Lo de las piedras en el camino lo hacen a posta? Generalmente, la respuesta es no, más bien, hay una versión un tanto romántica o idealizada de que lo único que le sobra/falta a esa persona es EL PROBLEMA. Sin embargo, el problema surgió por algo y para algo, en muchas ocasiones es “la solución menos mala” que permite seguir manteniendo el equilibrio del sistema, lo que no significa que sea a coste cero, dicho sea de paso.
6. Recaída: Si las piedras en el camino son muchas, lo más probable es que la cabra tire al monte y volvamos a presentar EL PROBLEMA, ya que, durante mucho tiempo, esa ha sido la solución para un montón de otras dificultades. ¿Eso significa que ya no voy a poder superar este problema?, ¿Qué todo el esfuerzo no ha servido para nada?, ¿Qué vuelvo a la casilla de salida? Es normal tener esa sensación, sin embargo, la respuesta es evidentemente: NO. Lo que muy probablemente ocurra es que nos hemos encontrado con una GRAN dificultad, generalmente, se nos suelen juntar varias cosas, porque la vida es así de caprichosa, y es el momento en el que toca reafirmar la decisión que tomamos de iniciar el viaje, de ir a ver al Mago de Oz. ¿Qué ocurre? Que la mente, cuando algo “funciona” tiende a repetir y generalizar esas soluciones fabulosas “que funcionaron”. Y, muy posiblemente en ese momento, no sabías o no pudiste hacer otra cosa, pero ya estamos trabajando para que eso sea distinto, ya no estamos en la casilla de salida. Por lo que nos recompondremos y seguiremos de viaje camino a Oz.
Como ves, no es tan sencillo cambiar, no depende exclusivamente de la fuerza de voluntad. Por eso, solemos necesitar ayuda, como Dorothy, que va encontrándose dificultades y cambien buenos compañeros, como el espantapájaros, el hombre de ojalata y el león que la acompañan y ayudan en este viaje que transformará su vida. En nuestro caso, suele ser necesario “salir” por lo menos una vez de la rueda para conseguir consolidar el cambio de manera profunda y conseguir transformar nuestra nueva dinámica.
Ahora te toca decidir: ¿Te vienes a conocer y explorar el maravilloso mundo de Oz?